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Además de los callos, a la industria hay que pisarles las colillas. Sí, las que contaminan todas las calles de nuestro diario vivir que en cualquier país de América Latina fácilmente pueden estar entre 10.000 y 70.000 millones de colillas anuales, y esas otras, las colillas que interfieren las políticas de control del tabaco al permear nuestras legislaciones en forma de “gazapos o micos”.
A propósito, nos hemos encontrado con una lectura donde informan de la figura de los “Colilleros” en la posguerra española, donde días tras días, “portando una lata de conservas vacía, se recorrían las calles cogiendo colillas que metían dentro de la lata, que una vez llena, las llevaban a varias personas que se las compraban, y que una vez extraído el tabaco que contenían, lo usaban para elaborar cigarrillos que después vendían”.
Seguramente existieron (¿existen?) en otros países los Colilleros, pero su remembranza nos ubica en dos problemas actuales: el creciente problema de las basuras del cigarrillo de demorada degradación contaminando tierra, agua y paisaje, y el letal contenido de ese producto de ingeniería de precisión denominado cigarrillo, que aun siendo colilla transmite todas sus propiedades a quien lo quiere “reciclar”, como lo hacían los que liaban o empaquetaban las colillas.
Además de los callos, a la industria hay que pisarles las colillas. Sí, las que contaminan todas las calles de nuestro diario vivir que en cualquier país de América Latina fácilmente pueden estar entre 10.000 y 70.000 millones de colillas anuales, y esas otras, las colillas que interfieren las políticas de control del tabaco al permear nuestras legislaciones en forma de “gazapos o micos”.
A propósito, nos hemos encontrado con una lectura donde informan de la figura de los “Colilleros” en la posguerra española, donde días tras días, “portando una lata de conservas vacía, se recorrían las calles cogiendo colillas que metían dentro de la lata, que una vez llena, las llevaban a varias personas que se las compraban, y que una vez extraído el tabaco que contenían, lo usaban para elaborar cigarrillos que después vendían”.
Seguramente existieron (¿existen?) en otros países los Colilleros, pero su remembranza nos ubica en dos problemas actuales: el creciente problema de las basuras del cigarrillo de demorada degradación contaminando tierra, agua y paisaje, y el letal contenido de ese producto de ingeniería de precisión denominado cigarrillo, que aun siendo colilla transmite todas sus propiedades a quien lo quiere “reciclar”, como lo hacían los que liaban o empaquetaban las colillas.
INVESTIGACIONES
En España, un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Cataluña concluyó que ahora los mayores focos de suciedad por acumulación de colillas se encuentran en las aceras de las calles con más empresas. Se fuman unos 89 millones de cigarrillos al día, lo que supone 32.455 millones de filtros desechados anualmente, según un informe reciente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). Los filtros no son biodegradables al ser fabricados con acetato de celulosa. Hay estimativos de que por lo menos el 50% de cigarrillos consumidos en el mundo van a parar a las alcantarillas y por esta vía a los ríos y mares, originando contaminación en toda la complejidad de los ecosistemas o sea en la vida animal y vegetal.
Otro estudio realizado por la Universidad de Longwood (Estados Unidos) analizó el efecto de los elementos liberados de colillas sobre la pulga de agua, crustáceo base de la cadena alimenticia en ecosistemas de agua dulce. Para concentraciones de menos de 0,125 colillas por litro, las pulgas de agua mueren en menos de 48 horas. Una colilla provoca la contaminación de ocho litros de agua”.
¡Hagamos algo por nuestro hábitat! A las tabacaleras no les es suficiente matar 5 millones de personas cada año, sino que también contamina el planeta contribuyendo al calentamiento global con todas sus funesta consecuencias. .
En España, un estudio realizado por la Universidad Politécnica de Cataluña concluyó que ahora los mayores focos de suciedad por acumulación de colillas se encuentran en las aceras de las calles con más empresas. Se fuman unos 89 millones de cigarrillos al día, lo que supone 32.455 millones de filtros desechados anualmente, según un informe reciente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). Los filtros no son biodegradables al ser fabricados con acetato de celulosa. Hay estimativos de que por lo menos el 50% de cigarrillos consumidos en el mundo van a parar a las alcantarillas y por esta vía a los ríos y mares, originando contaminación en toda la complejidad de los ecosistemas o sea en la vida animal y vegetal.
Otro estudio realizado por la Universidad de Longwood (Estados Unidos) analizó el efecto de los elementos liberados de colillas sobre la pulga de agua, crustáceo base de la cadena alimenticia en ecosistemas de agua dulce. Para concentraciones de menos de 0,125 colillas por litro, las pulgas de agua mueren en menos de 48 horas. Una colilla provoca la contaminación de ocho litros de agua”.
¡Hagamos algo por nuestro hábitat! A las tabacaleras no les es suficiente matar 5 millones de personas cada año, sino que también contamina el planeta contribuyendo al calentamiento global con todas sus funesta consecuencias. .
FOTO: Cenicero Publico