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El Directorio del Centro de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC) y su Presidenta, Sra. Barbara McDougall, quien al mismo tiempo comparte agenda laboral como Directora de Imperial Tobacco, escogieron el camino del “aquí no ha pasado nada” para tratar de evadir la responsabilidad de sentar en una misma mesa el Research for International Tobacco Control (RITC) y los intereses de la British American Tobacco (BAT).
En una carta abierta del IDRC para socios y personas interesadas en el control del tabaco de abril 29 de 2010, rechaza la presencia de cualquier conflicto de intereses acudiendo al expediente de que el nombramiento de Barbara McDougall fue anterior a la aprobación de las directrices del 5.3 y de que su mandato como consejera de Imperial Tobacco llegó a su fin en marzo de 2010.
Grave por donde se mire este comportamiento, que cuestiona la base ética que se identifica como misión del programa RITC: “crear una fuerte base de investigación, financiamiento y conocimiento para el desarrollo de políticas y programas efectivos para el control del tabaco, que minimizarán la amenaza para la salud y el desarrollo humano que representan la producción y el consumo del tabaco en los países en desarrollo”.
Ya queremos ver a los funcionarios de IDRC en una reunión con organizaciones sociales de América Latina y África, tratando de explicar que las directrices del 5.3 no se aplican para Barbara McDougall o lo que es lo mismo, que el Convenio Marco para el Control del Tabaco, incluyendo el artículo 5.3, opera de una manera para su Presidenta y de otra manera para los demás mortales y gobiernos. En nuestra opinión, es un irrespeto con las organizaciones que desde hace muchos años confiaron de buena fe en la orientación política y programática de IDRC.
IDRC debe entender que la solución no es, como lo dice en su Carta, el ofrecimiento de nuevos recursos para compensar los que en buena hora quitó la Fundación Bill & Melinda Gates. Este no es un problema de dinero. Las organizaciones del Sur no definen ni pueden definir sus alianzas sobre la base de acceder a financiamiento. La fuerza que ha guiado los programas de control del tabaco y la implementación del CMCT es y será un compromiso ético con el derecho a la salud y la vida.
África ha dado el ejemplo y cobró una victoria parcial al lograr que la Fundación Gates sustrajera del manejo de IDRC los recursos para el control del tabaco (5.2 millones de dólares). América Latina en general ha callado ¿Falta de claridad política para resolver este tipo de trances? Esperamos que solo sea esto. Sería lamentable esperar la llegada de la Conferencia de las Partes de Uruguay sin una solución, ya que este es un tema obligado, sobre todo después de lo que pasó en la reunión de Ginebra sobre el Protocolo de Comercio Ilícito (INB-4: 14-21 March 2010), donde Canadá defendió la presencia de la industria tabacalera en la reunión, oponiéndose a su exclusión por motivos de “transparencia en la negociación”, aceptando que su gobierno se reúne con la industria e indicando que “tal vez en otros países la industria no sea honrada”.
Seguiremos el curso de los acontecimientos, a la espera de que triunfen los postulados del CMCT y los principios que demanda la legalidad, la ética y el sentido común ¡La Sra. Barbara McDougall debe salir de IDRC, no hay otra salida!
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