La publicidad es por excelencia, el mejor instrumento de construcción y/o promoción de la cultura del tabaco. Es agresiva, perfeccionista, vendedora de sueños individuales e imaginarios colectivos; su impacto esta asegurado con el apoyo de los mas eficientes profesionales y técnicas de marketing. Seguramente, el modelo neoliberal de mercado le debe mucho a los aportes publicitarios del tabaco.
Las imágenes incorporadas a la publicidad visual del cigarrillo, desarrollan estilos de vida consumista, recreados en un escenario subliminal de valores, conceptos sociales y adhesiones a la marca, motivando la compra de los productos ofertados. El acto de consumo, es una comunión de identidades del consumidor / fumador con la cultura propuesta en el mensaje publicitario. La perversidad del mensaje, no permite al consumidor interiorizar la fantasía que le han construido, negando, inclusive, la lectura y reflexión de textos e imágenes sobre advertencias sanitarias, por más dramáticas que sean.
Cada marca tiene mensajes cualitativamente diferenciados. El macho aventurero de Marlboro es diferente de los personajes urbanos y transgresores de Luky, o de los personajes metrosexuales de tantas otras marcas. Cada una de ellas se oriente a un sector del mercado, principalmente de niños y adolescentes…de allí en adelante, el trabajo es la combinación perfecta de publicidad y nicotina, para mantener la demanda y consumo de los adultos.
La realidad que reconocemos en los anteriores párrafos no es derrotista; por el contrario, en esta realidad está implícito el mensaje de generar una mayor preocupación por las regulaciones de prohibición o limitación a la publicidad, promoción y patrocinio de los productos del tabaco en las legislaciones nacionales.
Las políticas públicas de control del tabaco que cedan en sus propósitos de reglamentar la publicidad, están condenadas al fracaso. El indicador de impacto en el objetivo de golpear al negocio tabacalero en materia de publicidad visual, se puede medir en milímetros o centímetros. Cada espacio sustraído de la publicidad, es una derrota a las transnacionales y por consiguiente un triunfo de las políticas de salud pública.
Las imágenes incorporadas a la publicidad visual del cigarrillo, desarrollan estilos de vida consumista, recreados en un escenario subliminal de valores, conceptos sociales y adhesiones a la marca, motivando la compra de los productos ofertados. El acto de consumo, es una comunión de identidades del consumidor / fumador con la cultura propuesta en el mensaje publicitario. La perversidad del mensaje, no permite al consumidor interiorizar la fantasía que le han construido, negando, inclusive, la lectura y reflexión de textos e imágenes sobre advertencias sanitarias, por más dramáticas que sean.
Cada marca tiene mensajes cualitativamente diferenciados. El macho aventurero de Marlboro es diferente de los personajes urbanos y transgresores de Luky, o de los personajes metrosexuales de tantas otras marcas. Cada una de ellas se oriente a un sector del mercado, principalmente de niños y adolescentes…de allí en adelante, el trabajo es la combinación perfecta de publicidad y nicotina, para mantener la demanda y consumo de los adultos.
La realidad que reconocemos en los anteriores párrafos no es derrotista; por el contrario, en esta realidad está implícito el mensaje de generar una mayor preocupación por las regulaciones de prohibición o limitación a la publicidad, promoción y patrocinio de los productos del tabaco en las legislaciones nacionales.
Las políticas públicas de control del tabaco que cedan en sus propósitos de reglamentar la publicidad, están condenadas al fracaso. El indicador de impacto en el objetivo de golpear al negocio tabacalero en materia de publicidad visual, se puede medir en milímetros o centímetros. Cada espacio sustraído de la publicidad, es una derrota a las transnacionales y por consiguiente un triunfo de las políticas de salud pública.
ANTIPUBLIDAD O CONTRAPUBLICIDAD
El mejor ejemplo de antipublicidad lo encontramos en las imágenes que como advertencias sanitarias se incorporan a las cajetillas de cigarrillos. No obstante, su impacto positivo es, de alguna manera, neutralizado por la fácil maniobra de esconder o invisibilizar la cara o lado de la cajetilla que la contiene, mostrando la opuesta que, oh sorpresa, es la de la publicidad de la marca.
Essential Action trabaja una novedosa campaña, recogiendo ejemplos de antipublidad en varios países del mundo. Las imágenes que acompañan este artículo, son un llamado e invitación a la denuncia de la publicidad engañosa de las tabacaleras, como estrategia de fortalecimiento de las acciones por el control del tabaco.